lunes, 18 de abril de 2011

Puénting o Puentismo


Es un deporte extremo, concretamente, una modalidad de salto encordado que se realiza desde puente con cuerda(s) dinámica(s) (de escalada) en forma de péndulo. No todas las modalidades de salto que se realizan (o se pueden realizar) desde puente (góming, pupuénting, pénduling, tirolina, parabóling, ráppel...) son puénting. Pero el puénting siempre se hace desde puente.

El puénting se inventó a principios de la década de los 70 en Cruseilles cerca de Annecy, Francia. Un escalador alemán (residente en Suiza) llamado Helmut Kiene conectó una cuerda en uno de los puentes que cruzan el río Les Usses y saltó desde el otro. Estos dos puentes distan unos 50m, por lo que realizó un péndulo de similares dimensiones. A esta nueva actividad se la conoció como el péndulo de Kiene en el gremio de la escalada. En castellano se la bautizó como puénting, jugando con las palabras inglesas de otras actividades de aventura (trekking, jogging, rafting, canyoning...) pero es un término completamente spanglish y en absoluto inglés, lengua en la que ni hay un término exacto para traducirlo (la denominación más aproximada es "bridge swing jumping").

Peligros y medidas de seguridad

El puénting, instalado y realizado debidamente, es una actividad de muy bajo riesgo (lo afirman y reconocen las aseguradoras que le dan cobertura) pero la creencia generalizada es la contraria, que es una de las cosas más peligrosas que se pueden hacer (y se emplea su nombre como símbolo de peligrosidad). Y claro que hay riesgos. En orden decreciente de importancia (siniestralidad):

1. Saltar mal. Es el mayor riesgo, pues para la mayoría de personas suele ser su primer salto, y el nerviosismo la lleva a actuar mal (o no se le han dado las necesarias y convenientes explicaciones de forma adecuada). Soltarse mal de la barandilla es una de ellas. Otra es caer de pie yendo de cara al vacío. En ese caso, al venir la cuerda de atrás, el riesgo es sufrir un buen impacto en la entrepierna. Evitar estos riesgos está en manos de los profesionales (o no) que organicen el salto, de las instrucciones que proporcionen, las posturas que permitan y de que empleen o no arneses de pernera para la primera conexión (que evitarían este riesgo en concreto).

2. Al saltar de frente con la conexión en la cintura, quien salta se suele doblar para atrás (como una herradura equina), y eso puede lesionarle la cintura. Y la conexión a la cintura no es segura para personas de cadera poco marcada (impúberes y personas obesas) ya que tiende a escapar al saltar de cabeza. Si se salta de frente, conviene, pues, saltar con la conexión a los pies (tobillos).

3. Cuando saltamos de frente con la conexión en el pecho se suele golpear las cuerdas con la cara, hasta podemos ahorcarnos con ellas (quedar atrapado el cuello entre las cuerdas). Si se salta de frente, conviene, pues, saltar con la conexión a los pies.

4. Que el puente no haya sido debidamente probado o emplear un puente inadecuado. Para puénting la altura del puente debe ser más del doble que su anchura, en general. De no ser así, habrá de buscarse sistemas compensatorios (saltar en paralelo al borde del puente, si eso es posible, instalando y saltando del mismo borde y a la distancia adecuada; o emplear no toda sino parte de la anchura del puente, son dos posibilidades). El 15 de octubre de 2000 ocurrió en Madrid un accidente mortal muy divulgado, por esa misma causa: el puente no ofrecía la altura adecuada con respecto a su anchura. Se podía haber realizado el salto haciendo la instalación de forma especial, empleando la mitad de su anchura (como hicieron los del programa de TVE Al Filo De Lo Imposible en 1995). Lo más triste es que la familia del difunto contemplaba la escena. Cada puente (o instalación nueva) ha de ser probado arrojando un objeto de masa suficiente, no saltando.

5. Dejar cuerda sobrante. Así se intenta aumentar la caída en puentes de altura excesiva. Pero eso castiga tanto al material como a quien salta. Hay puentes, especialmente los de arcos, en los que la propia altura del lateral genera este efecto. Y se nota que la persona que salta (y el sistema) sufre más, especialmente si no se tiene en cuenta el siguiente caso.

6. No adecuar las tensiones de las cuerdas. Siempre debería ser una sola cuerda la que sostiene a quien salta (las demás servirían de seguridad en caso de que fallara la principal), así su dinámica (estiramiento) suaviza la caída. Pero si dos o más cuerdas se emplean con la misma tensión, se reparten el esfuerzo, estiran menos, no ceden lo necesario, luego multiplican la tensión, hasta poder generar golpe, o haciendo reventar el arnés (ya ha ocurrido). Así que, más de una cuerda sí, pero siempre en tensiones escalonadas, la segunda debe actuar sólo si falla la primera y así sucesivamente (si hay múltiples).

7. Instalación inadecuada. Consta de muchos aspectos. Pero, por ejemplo, las cuerdas no deben distar excesivamente entre ellas en el punto de instalación, en caso contrario, además de trabajar siempre ambas (y endurecer la recogida), quien salta se puede desviar (en caso de hacer caso al consejo del punto anterior), y si una cuerda fallara la persona podría desviarse tanto que chocara con un costado. Es algo que ya ha ocurrido, en Araotz (Oñate, Guipúzcoa) se rompió una cuerda y el saltador chocó contra uno de los pilares. Otro aspecto importante de una buena instalación es que las cuerdas no pasen por cantos vivos, ni rodeen ningún objeto con ninguna curvatura de diámetro inferior al propio, aunque sea en una parte concreta.

8. Rotura de cuerda. Es muy difícil, pero una mala instalación lo puede provocar. No tratar la cuerda como es debido, no revisarla… la pueden hacer fallar, y esto sería fatal de no tomar en cuenta la siguiente recomendación.

9. No seguir la norma de, al menos, duplicar todo. Materiales, instalaciones, bloqueos, conexiones, comprobaciones y procedimientos duplicados (y todos ellos debidamente realizados) convierten en casi imposible un accidente, pues hace que la probabilidad (por definición un número entre 0 y 1) de un fallo se eleve al cuadrado, reduciéndose enormemente su valor (al cuadrar un número inferior a 1 disminuye su valor).

10. Saltar sin recibir permiso. Esto se suele deber a una falta de normas y explicaciones claras, por ejemplo el cuidado de duplicar los permisos necesarios para poder saltar. Y es asimismo peligroso permitir que alguien se coloque al borde del puente sin tener ya todo preparado o las debidas conexiones de seguridad provisionales (que se quitarán para saltar cuando ya todo esté ultimado). Ha habido casos de saltos encordados en que se ha efectuado el salto sin haber recibido permiso para hacerlo. Las consecuencias no suelen ser buenas.

11. Caída de objetos. Quien salta no debe llevar nada que se le pueda escapar (bolsillos vacíos; calzado bien amarrado; gafas, gorras, joyas y objetos de valor… ¡fuera!). Es especialmente importante cuando pueda haber gente abajo. Y toda la gente que pueda estar en el puente o plataforma de salto ha de conocer y cumplir esa norma. Cuidado especial con los objetos rodantes (botellas, latas…) que pueden caer sobre las personas que están debajo del puente o pueden interferir en el tráfico (en puentes de carretera).
Hay otros riesgos (terremotos, rachas repentinas de viento, colisiones con aparatos voladores, aves, perdigones perdidos...) que no están en manos de quien organiza o gobierna el salto, pero que debe prever y paliar, en lo posible.

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